Mis primeros recuerdos de la F1 datan, tan atrás, como mediados de los años setenta. No, no es merito mío, el ser aficionado desde hace tantos años, sino de mis padres que me fabricaron muy temprano. La afición a las cuatro ruedas ni siquiera es, era en aquel momento, familiar. Mi padre era aficionado a las dos ruedas, y yo no tengo claro cómo me decante por las cuatro. La única explicación clara que puedo ofertar es que mi tendencia a la oposición, y a la crítica, ya la tenía muy acervada de pequeño, y como buen parlamentario fuera del gobierno afirmé aquello de... lo tuyo y dos ruedas más.
En aquella época, de colores grises, ser aficionado a la F1 era un esnobismo mayor aún que lo es ahora. No había retrasmisiones de carreras, ni prensa que supiese de eso, ni mucho menos posibilidades de saber nada más allá de los pequeños resúmenes que aparecerían, con un retraso semanal, en el programa de deportes matutino dominical. De aquella época recuerdo las imágenes del pobre Lauda en Nürburgring. Y las de un coche oscuro con seis ruedas. He de reconocerlo, el porqué de tantas ruedas, y la posibilidad de ser diferente que mostraba, me fascinaron.
Sin embargo, no es hasta principios de los años ochenta cuando tomo conciencia plena de que yo era muy rarito, y me gustaba la F1. De aquel tiempo recuerdo mi locura juvenil por conocer todo lo posible sobre ese controvertido comisario llamado Derek Warwick. Hubo una F1 lejana en la que fue piloto, y siempre lo soñé como el próximo campeón: todo un caballero en pista hasta que faltaban pocas vueltas del final, cuando se transformaba en el piloto más agresivo e imposible de adelantar. O al menos eso me parecía a mí.
Aquella F1 ya comenzó a ser como la siento hoy, mucho más leída que vista. Siempre buscando datos escondidos y razones ocultas a lo encontrado. Más que pasión por un evento, aquello era una religión para los tres pavos adolescentes que perdíamos el tiempo re-narrando lo ya ocurrido e hipotetizando lo que iba a ocurrir. Al final de esa década llegó mi punto. ¡Bueno!, el de Pérez-Sala. Era la primera vez que yo veía a un español llegar tan alto. El recuerdo de aquella carrera me es muy grato, no sé si por aquel hecho o porque lo compartí con algunos buenos compañeros de tesis y con la que con el tiempo resultó ser mi compañera sentimental.
El punto que consiguió Luis Pérez-Sala en Silverstone fue algo histórico entonces... aunque hoy nos suene irrisorio |
A mediados de la década de los noventa, por mor de seguir aprendiendo, comencé un periplo de estancias en distintos laboratorios de Europa que me permitieron enfrentarme a otra F1, totalmente diferente a la que yo había sufrido en España. De aquella dorada época, el recuerdo más grato fue una pequeña charla con Peter Sauber y Heinz-Harald Frentzen. No, no piensen que soy periodista, ni nada por el estilo, simplemente fue una maniobra publicitaria del equipo en un gran centro comercial a las afueras de Zürich, y, como a los suizos no les interesaba la F1, yo acaparé frases y comentarios. Por cierto, la sentencia del piloto “the faster car the better pilot seems to be” me hizo acercarme mucho más a los autores de los coches y dejar definitivamente la casuística pilotera. Es verdad que el nuevo y fácil acceso a la red, y sobre todo a los contenidos ingenieriles ingleses, me facilitó mucho la tendencia.
Mi definitiva vuelta a España, a mediados del reinado del Byrne de rojo, coincidió con el primer final de Pedro, que yo supuse definitivo, y de la presencia de un piloto asturiano como probador en la antigua Toleman, que yo pensé que era lo más alto a lo que podía llegar.
El genial Rory Byrne junto al Ferrari F2005, el primer monoplaza de Maranello que no llevaba su firma desde 1996 |
Aunque mi afición ha sido longeva mis conocimientos no han mejorado ni un ápice desde el inicio y sigo preguntándome por el porqué de lo visto-leído y fascinado por la originalidad de algunas ideas.
Estimado Antonio,
ResponderEliminarHe de reconocer que las fotografías que has elegido me han llenado de nostalgia y me han encantado. El gran Derek con esos pelos de científico despistado o el olvidado Pérez-Sala.
Muchas gracias a ti, y a todo el equipo, por permitirme aparecer por aquí.
Un fuerte abrazo para todos y todas
Es la suerte que tengo de conocerte ya medianamente bien, y saber lo que te gusta un ingeniero de Fórmula 1...
EliminarGracias por compartir tu experiencia con nosotros de parte de todas y todos los que componemos este "blog".