Me han apasionado las carreras de coches desde muy pequeño, no sabría decir exactamente cuándo empezó el gusanillo, pero lo que sí recuerdo claramente es que mi primer ídolo fue Barry Sheene, un piloto de motos (!). Eso sí, fue algo pasajero, y tardé poco tiempo en darme cuenta de que prefería cuatro ruedas mejor que dos.
Hoy, 21 de marzo, el diseño de ese casco evoca grandes recuerdos en la memoria de muchos aficionados |
Ha habido otros pilotos que me han gustado, como Nigel Mansell, Jacques Villeneuve, Jean Alesi, etc. La lista es larga, pero hay uno que no me ha gustado nunca, no me gusta y nunca me gustará: el Sr. Michael Schumacher. Y aprovecho esta oportunidad para quitarle mérito a sus hazañas. Lo digo sin ningún pudor. Es uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, claro que sí, pero no se merece 7 títulos. Es un piloto para ganar carreras y un par de títulos, que indudablemente es una hazaña al alcance de muy pocos y suficiente para pasar a la historia, pero varios de sus títulos los ganó con el mejor coche y sin rival que le plantara cara. Y del Benetton sospechoso mejor no hablamos. Ni de sus maneras en la pista.
Ni que decir tiene, apoyo a todos y cada unos de los pilotos españoles que están compitiendo por el mundo, por eso no he entendido nunca esa corriente ‘Anti’ (ya sabéis a qué me refiero) que ha traído esta nueva época de hooliganismo en las carreras. Herencia de un país futbolero, supongo.
Muchas veces me he parado a pensar qué es lo que tiene exactamente el automovilismo para que sea una pasión, pero no le encuentro lógica. Soy de los que se levantaba a las 4 de la mañana a ver una carrera cuando los horarios no estaban “europeizados”. He disfrutado como un mono cuando he ido a ver Grandes Premios. Portugal, Hungría, Jerez, Barcelona… Guardo especial recuerdo y cariño la vez que nos colamos en los boxes en 1994 y 1995 con mis amigos Antonio y Juanma. Una experiencia única. Pero mi pasión ha llegado a tal punto que siempre he querido estar al otro lado de la barrera. Quería experimentar la competición, los nervios antes de salir a la pista, las muchas frustraciones y alguna que otra alegría. De jovencito sólo pensaba en llegar a la Fórmula 1. Cosa imposible, aunque eso da para otro capítulo. No tenía ni el apoyo, ni la formación, ni por supuesto el talento… :)
Pero competir durante años me ha servido para una cosa principalmente: superarme a mí mismo. Cuando empecé, allá por 1993, quedaba siempre de los últimos. Recuerdo pensar que jamás sería capaz de experimentar qué se siente al ganar una carrera, al subir a un podio, o conseguir una Pole y tener a toda la parrilla detrás. Con esfuerzo y experiencia, con el paso del tiempo, he conseguido eso que durante muchos años veía tan, tan lejano, por no decir imposible. No pasaré a la historia del automovilismo, lo asumí hace muuuuucho ya, pero haber ganado 2 carreras, 3 Poles, 6 vueltas rápidas y 5 podios, para mí es un sueño cumplido con creces. Mi última carrera la disputé en 2009. Oficialmente nunca me he retirado, así que cualquier año podría volver, jaja… pero lo que está claro es que como aficionado jamás me retiraré. Cuando tenga 90 años y esté babeando, sólo necesitaré una tele donde ver las carreras…
Sólo tengo una espinita clavada: correr con un monoplaza. Algún día lo haré, aunque sean un par de carreras sueltas... ;)
ResponderEliminarSaludos!
Fede.
Por supuesto, Fede...
EliminarMe ha encantado tu entrada... y todos esos momentos que hemos vivido alrededor de las carreras.
Un abrazote, amigo.