Mi afición y posterior pasión por el automovilismo, antes de ser profesional de éste, data de hace ya unos cuantos años. Creo que tendría alrededor de cinco o seis años cuando mi padre, en una lluviosa tarde de sábado de otoño y para que no siguiese incordiando, me puso en el flamante Beta una cinta titulada - si mal no recuerdo- “Gladiadores del asfalto”. Dicha cinta, que se debió extraviar hace siglos en alguna mudanza y de las que jamás nunca más he conseguido poder volver a obtener una copia, recogía imágenes de algunos de los accidentes más clásicos de los 70 y muy primeros 80, si mi memoria después de alguna década que otra no me juega una mala pasada.
El accidente de Villeneuve en Imola 1980, único Gran Premio de Italia no disputado en el Templo de la Velocidad |
Ése fue el primer germen de mi incipiente núcleo vital durante bastantes años después: el automovilismo. Poco a poco, fui adquiriendo consciencia de qué era el automovilismo, y aunque comencé viendo como no podría ser de otra forma la Formula 1 - de la temporada de 1989 ya tengo recuerdos diáfanos en la memoria- comencé a incubar también el gusto por otras categorías: especialmente resistencia y turismos. De Prototipos, las primeras dos parabólicas que se instalaron en casa me permitieron desde bien pronto poder tener acceso a competiciones que, de otra forma en España, eran un coto cerrado y prácticamente desconocido. Con los turismos al principio fue bien sencillo, bastaba sintonizar Televisión Española para poder deleitarse con las imágenes de aquellos vehículos del Campeonato de España de Turismos con unos nombres al volante que jamás me podía imaginar algún día llegaría a conocer (o por lo menos a un buen número de ellos): Pérez-Sala, Albacete, Villamil, Sasiambarrena, Campos, López de la Cámara, Pareja, Palau, de Aysa, Sornosa, Arias, Villacieros, Mora, Arqué, Martín Cantero, García de Vinuesa, Irízar...
Luis Pérez-Sala encabeza con su Nissan Skyline el pelotón del CET en el Jarama, 1992 |
Ya con los '90 llegaron las primeras cintas de VHS, que todavía conservo como oro en paño, y también mis primeras revistas del sector, algunas de ellas incluso extranjeras que me compraba en inglés o francés - Autosport y Sport Auto sobre todo-, que me costaban una fortuna para el bolsillo de un chaval de doce o trece años, y que ni siquiera entendía. Pero las fotos, eso sí, merecían la pena. Y hoy me congratulo de haberlo hecho, puesto que al volver a leerlas regresan grandes recuerdos e ilusiones de aquellos años.
Poco a poco, y con el auge de internet, me permitió ir entrando en contacto con varias personas claves en mi vida, al menos a nivel profesional. Y es que allá por los últimos meses de 2001 conocí a uno de mis mejores amigos en la actualidad, que me daría algunos años después la primera oportunidad para vivir desde dentro el mundo del automovilismo. Y poco a poco, como suele decirse sin prisa pero sin pausa, hasta aquí. Haciendo de aquella tarde de sábado la que hoy es mi profesión dentro del automovilismo en las más variopintas formas y maneras. Y aquí seguimos y seguiremos, con las mayores ganas del mundo de seguir aprendiendo cosas nuevas y afrontar otros retos y desafíos desconocidos, que es al fin y al cabo el combustible que impulsa el coche de la vida.
Hola cristian!!! Me ha gustado mucho tu historia, en parte tambien me ya pasado como a ti, lo que yo me he criado viendo las carreras de Alcañiz hasta que desaparecieron y entonces comence a salir a otros circuitos. Menos mal que os molestais en hacer buenos reportajes de carreras porque desgraciadamente somos unos pocos los que aparte de la f1 seguimos todo tipo de carreras, por cierto, son mas bonitas debido a que hay muchisima igualdad. Un saludo y a seguir asi.
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