Recuerdo como si fuese ayer mismo, cuando apenas contaba con dos dígitos de edad, que me encontraba en Córdoba para asistir a una comunión familiar. Era un trágico (pero determinante en mi vida) fin de semana de mayo de 1994.
Decidí que eso de celebraciones familiares era demasiado aburrido para mí y me quedé ese domingo en casa de mis primos para ver la F1. Ya sentía debilidad por ese deporte, por los coches, por los pilotos, eran verdaderos héroes para mí.
Aún estaba consternado por la noticia del sábado, Roland Ratzenberger sufrió un brutal accidente en el circuito de Imola con las consiguientes consecuencias que ya conocemos.
Comenzaba la carrera… ¿Remontaría el vuelo definitivamente Senna después de una complicada adaptación al Williams?... ¿Sería una seria amenaza ese joven piloto alemán, un tal Schumacher?... ¿O simplemente me deleitaría con el sonido del Ferrari de Alesi?
…
Todo lo demás es historia.
Como si de una revelación se tratase sentí la llamada de la competición.
Comencé con los karts, consiguiendo el campeonato madrileño. Después vendrían monoplazas con la Fórmula Toyota, turismos con los Hyundai Accent, motos… Varias competiciones… Trofeos, enfados, gripajes, campeonatos, alegrías, decepciones, más gripajes… pero sobre todo muchos amigos y una pasión desmedida por este deporte que, estoy seguro todos aquí compartimos.
Gracias por un espacio como éste y ¡mucho ánimo!
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